El 19 de agosto del año 2011 en Bogotá, el graffiti colombiano sufrió un suceso que marcó su historia, cuándo un miembro de la Policía Nacional asesinó por la espalda a Diego Felipe Becerra Lizarazo, más conocido como Trípido; un joven grafitero de 16 años que decidió salir esa noche a pintar en el puente de la 116 con avenida Boyacá.
El hecho causó conmoción en todo el país ya que tras lo ocurrido, el patrullero Wílmer Antonio Alarcón organizó un montaje para justificar su repudiable accionar. Con ayuda de un general, tres coroneles, un teniente, tres suboficiales, dos patrulleros, un abogado y dos falsos testigos, manipuló la historia para entregar a los medios de comunicación una versión que señalaba a Diego Felipe como un atracador armado.
La resolución de este caso que tardó años en condenar a los implicados, se debe a los padres de Tripido, Gustavo Trejos y Liliana Lizarazo. Quienes desde una posición de resiliencia lucharon incansablemente para que se hiciera justicia y se limpiara el buen nombre de su hijo, pero sobre todo, para que nunca más se apague una vida por la estigmatización hacia el arte urbano.
Desde entonces, el movimiento se ha organizado de diversas formas en búsqueda del reconocimiento de su labor y sus derechos como artistas, una causa por la que trabaja la Fundación Tripido, que cada año rinde homenaje a la vida de Diego Felipe, y que para su novena versión logró gestionar el primer Museo de Memoria al Aire Libre del país, en alianza con la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación.
Se trata de un espacio ubicado en el puente vehicular de la Av. Boyacá con calle 80, en el que más de 50 artistas participaron. La madre de Trípido comentó que decidieron conmemorar las vidas perdidas a causa de la violencia colombiana porque “todas las vidas en este país valen, no solo la de los ricos, también la de los jóvenes que quieren educación, un espacio para representar su arte, los que les preocupa el ambiente y la guerra, los que desean paz”.
En una ciudad como Bogotá, que se caracteriza por ser epicentro cultural y socioeconómico, es indispensable que existan lugares como este para hacer un llamado a la protección de los derechos humanos y para recordar los nombres y rostros de quienes dieron su vida por la causa social. Si deseas conocer cómo se desarrolló este museo urbano de memoria, visita el siguiente video: Todas las Vidas Valen.
Por: Karina Porras Niño – Pictograma.Col